Cuaderno de bitácora de un viajero a lo pasado de la ciudad que le vio nacer. Pequeñas cápsulas del tiempo, pequeñas curiosidades que voy descubriendo en el papel de los libros y periódicos de aquellos que fueron testigos de otro tiempo, y que con estos artículos vuelven a la luz. Quedan invitados a acompañarme en este viaje.

viernes, 29 de junio de 2007

Rafael Menacho Tutlló. Recuerdo de quien "perdió la vida antes que la plaza". Badajoz 1811

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Menacho, apellido que irá unido a la memoria de Badajoz por siempre jamás, gaditano de nacimiento, hijo de Benito y Francisca, nacido el 22 de mayo de 1766.

Sentó plaza de caballero cadete en el regimiento de infantería de Valencia, y desde ese día que comenzó su carrera militar, obedeció a los preceptos del estado que abrazaba, llenando plenamente los deberes de una obligación tan ardua. De teniente segundo en 1787, estando destinado en Ceuta, tuvo su bautismo de fuego contra las baterías del Emperador de Marruecos.

En 1793, estando en Francia se cruzó por primera vez con la bala de un cañón, siendo herido gravemente en el brazo y rodilla izquierda. Un año más tarde ya lo buscaban para contener al enemigo y rechazarlo. Perfeccionó el arte de las escuchas y descubiertas en las partidas de guerrillas. Innumerables veces rechazó y desalojó a los franceses en este año que ascendió a teniente primero. Fue recomendado y publicado por su general, y ya este mismo año el Rey lo graduó de teniente coronel.

Concluida la guerra con Francia, no tuvo descanso, desde 1797 contra Portugal, participando también en los 18 días de la guerra de las Naranjas de 1801. En 1802 ya era Sargento Mayor. En 1805 estuvo en el sitio contra los ingleses en Gibraltar. En 1808 ya conoció las embestidas del general francés Dupont.

Estando en Campo Mayor recibió el despacho de comandante de su batallón, e inmediatamente ya mandaba la vanguardia de su división. En Bailen se le distinguió y concedió la medalla de honor y, casi sobre el campo de batalla, se le nombró coronel.

Era tal la confianza que tenían de Menacho los generales, que cuando se proponían las divisiones embestir al enemigo, le encargaban la vanguardia; y en caso de retirada le fiaban la retaguardia.

En marzo de 1809 pasó a Extremadura, batiéndose en Medellín, y ante el arrojo y entusiasmo que demostraban sus hombres, fue ascendido en abril a brigadier. El 16 de mayo atravesó su muslo izquierdo una bala de fusil, pero no quiso retirarse de su puesto hasta dos días después.

En el mes de enero de 1810 pasó con su división a reforzar y sostener la plaza de Badajoz. En Feria lo sitiaron los franceses, pero los batió y rechazó. El 10 de febrero, aún sitiado en Salvaleón, marchó en ayuda de Badajoz, que estaba amenazado. El día 11 atravesó la línea francesa que circundaba Badajoz, entrando en la madrugada del 12, entre las aclamaciones de los pacenses, reforzando la guarnición con su acreditada y valiente división. Al tener conocimiento los franceses del hecho, emprendieron la retirada a la derecha del Guadiana.

El brigadier general Menacho, se mantuvo cubriendo la plaza, y el 27 de abril hizo una salida al presentarse de nuevo los franceses por el lado del Gévora, y tomando posición en las alturas del cerro de San Cristóbal, los desalojó de ellas y de la línea de Bervik, que ya ocupaban.

El 11 de agosto ya era el segundo jefe de las tropas del general Ballesteros. Después de la acción de Canta el Gallo, el 23 de septiembre de este año de 1810 fue promovido a mariscal de campo de los reales ejércitos.

Nombrado gobernador de Badajoz, trabajó con acierto y vigilancia para defender la plaza que había jurado defender, y la puso en el mejor estado de defensa, siendo sitiada a finales de enero de 1811.

El general Menacho era el primero en toda fatiga, y cuando no le permitía la obligación acompañar a sus soldados fuera del recinto de sus murallas, los alentaba y vigorizaba con su presencia en lo más alto de ellas, y aún sobre los merlones. Cuando el 7 de febrero hizo la salida el general Mendizábal, para desalojar a los sitiadores, subió como acostumbraba al muro, para protegerla con sus acertadas disposiciones, una bala de fusil volvió a herir su castigada pierna izquierda.

Apoyado en su fiel Sargento de Ordenanzas y en el bastón, Menacho recorría frecuentemente la muralla hasta que la inflamación le hizo imposible abandonar el lecho que había dispuesto en las inmediaciones de una de las poternas.

La brecha abierta en la cortina de la muralla, entre los baluartes de Santiago y San Juan, junto al Campo de San Francisco, hacia peligrar la posesión de la ciudad. Sobre el baluarte de Santiago, Menacho, constante en sostener la plaza que la nación le había confiado, ordenó que los granaderos de todos los cuerpos de la guarnición hiciesen una salida, para clavar la artillería y destruir las baterías imperiales, y en el acto de verificarlo, en su puesto en la muralla, despreciando como valiente el fuego, y animando con su persona la tropa, como verdadero jefe, una bala de metralla le penetró el vacío derecho, su cuerpo no admitió ya más heridas y lo dejó muerto, el 4 de marzo del año 1811, a los 44 años de edad y 26 de carrera militar.

Su sangre derramada se une a las viejas murallas de Badajoz, como argamasa que une sus castigadas piedras que defienden nuestra ciudad.

Su fallecimiento causó un gran pesar. El Consejo de Regencia al comunicar a las cortes la noticia de la rendición de Badajoz, le decía:

"Una guarnición y un pueblo merecedores de la mayor consideración de la patria, y a beneficio de los cuales debe eternizarse su memoria como una de las más valientes defensas de este siglo, y de los heroicos hechos de la presente guerra. El dignísimo gobernador don Rafael Menacho, perdió la vida antes que la plaza"

Don José María Calatrava, diputado por la provincia de Extremadura, dijo en las cortes:

"Señor, quiero ser el primero a dar a la conducta militar del general Menacho, el tributo de mi admiración y gratitud, y ¡ojalá pudiese hacerlo sin tener también que dar a su memoria el de un íntimo dolor! El general Menacho, dedicó a sepultarse en las ruinas de su plaza antes que entregarla al enemigo, ha sido fiel a su empeño generoso, y después de 38 días de sitio terrible y obstinado, cubierto de gloria de la defensa y en reiteradas salidas, ha espirado heroicamente sobre el muro, mientras animaba a sus soldados y hacía temblar a los sitiadores. Basta para inmortalizarle esta muerte, y que para que su nombre sea contado entre los héroes españoles. […].

Ved aquí en bosquejo las acciones y hechos que se deben componer la historia de este bravo defensor de la patria. El recordar sus hechos y su muerte forman el mayor elogio que puede hacerse de difunto héroe. Su muerte ha sido preciosa, porque con ella selló la obligación sagrada que la naturaleza ha impuesto a todos de defender su libertad, y gloriosa por la justicia de la causa que la motivó […]

¡Que nombre tan dulce y recomendable será para todas las generaciones de buenos españoles el de don Rafael Menacho!"

En un primer momento fue enterrado en el panteón de canónigos en el sótano de la catedral. En 1880 la comisión de monumentos de la diputación recuperó sus restos, entre ellos algunas partes del uniforme e incluso el pantalón con el agujero por donde entró la bala y el grano de metralla. Estos restos se mandaron al Museo del Ejército en Madrid a principios del siglo XX, y posteriormente se enviaron a Tenerife cuando se creo el museo militar.

En 1893 se erigió en el baluarte de Santiago el obelisco en su recuerdo.

En 1911, el centenario de su muerte, se trasladó el cuerpo al mausoleo del claustro.

¿Para cuando un Museo del Ejército en Badajoz donde honrar a sus héroes?


Comentario añadido el día 5 de Julio:

Graffiti a que hace referencia Julián en los comentarios





En este dibujo se puede observar el casco de un coracero. Casco de metal con una cresta de cobre rematada por una melena de crines de caballo, con la pluma insertada en el soporte justo delante de la izquierda del barboquejo (la pluma se guardaba en los combates en una funda).
Dragón francés
Dragón inglés

sábado, 23 de junio de 2007

Convento de los Trinitarios. 1274-1770

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Se está perdiendo ya en la memoria de nuestro Badajoz, el quizá durante más tiempo querido convento de nuestra ciudad. Sirva esta entrada para reivindicar su recuerdo.

Podemos observar en el dibujo de 1668 como era este convento, gracias a Pier María Baldi

El Convento de Padres Trinitarios Calzados de la Redención de Cautivos de la Santísima Trinidad estaba situado dentro del baluarte de la Trinidad, junto a la puerta de la ciudad que lleva el mismo nombre; fue fundado el 21 de Diciembre del año 1274, según nos cuenta Solano de Figueroa y Altamirano, basado en lo que escribió Mº Fr. Juan de Figueras.

Su fundación se le atribuye a fray Domingo Pedro (ó Pedro Domínguez) siendo el obispo de Badajoz fray Lorenzo II Suárez, y tuvo como principal protectora a doña Mayor Gutiérrez, madre de Alfon Godínez, ministro del rey Sancho IV. Donó dehesas ricas y productivas para que así pudiera subsistir con sus rentas el convento. Se construyó el convento como hospicio de la redención de cautivos.

Así nos describe López Prudencio a Doña Mayor:

"Doña Mayor era una rica-hembra de alto predicamento en la ciudad. Tan suntuosa era su casa, y tan prestigiosa la dueña, que su nombre era suficiente para designar la calle donde vivía"

No se puede asegurar que fuese 1274 el año de la fundación de este convento, es posible que fuese anterior, ya algunos autores hablan de que esta orden se estableció en Badajoz inmediatamente a la entrada de las tropas de Alfonso IX en 1230, existe por ejemplo una carta de pago de 1273 de los trinitarios. También cabe la posibilidad de que el convento fuese de 1274 y anteriormente estuviesen establecidos en otro lugar.

Detalle del mapa hallado en Estocolmo de 1645, donde podemos observar al convento junto a la puerta de su mismo nombre.


En la construcción de la nueva muralla abaluartada fue fundamental la importancia que le daban los pacenses en proteger este convento, ya que su trazado y el lugar donde hacer el baluarte, hoy llamado de la Trinidad, pesó más el dejar intramuros el convento y casas adyacentes que los consejos de los expertos de retranquear la muralla a una cota superior. La que si desapareció fue la antigua puerta de Trinidad, construyéndose una nueva en el baluarte en la cara que mira al norte en 1680.

El convento se extinguió en 1770 y así nos lo cuenta Leonardo Hernández Tolosa:

"Días hace se sonaba quería Su Majestad el Rey, que Dios guarde, extinguir el Convento de la Santísima Trinidad, el más antiguo de esta ciudad, llevando a los Religiosos de él para otros Conventos de la Andalucía, en vista de las pocas rentas, que habían ponderado tenían para mantenerse…"

"En la mañana del día 8 de octubre de este año de 1770 […], con muchas lágrimas de los Religiosos y sentimiento, el Vicario Provincial dijo misa y consumió el divino Sacramento, dejando el sagrario abierto y cerrándose al punto la iglesia y torre, verificándose desde este instante no ser ya Convento, quedando los Religiosos huérfanos, sin tan buen padre."

"Ha causado mucho sentimiento a la ciudad la extinción de este Convento no tanto por la falta que hace del pasto espiritual tanto de absoluciones generales, que en el decurso del año había, cuando por ser el más antiguo Convento de esta ciudad, pues pasaba su fundación en 500 años, yendo el Consistorio el domingo de Lázaro; y el Cabildo eclesiástico a celebrar misa y sermón en el día de la Santísima Trinidad, y a la primera letanía de mayo"

Durante años se pidió su restitución hasta que Godoy en 1795 en unas de sus concesiones lo autorizó, pero el convento sería destruido por los franceses en el año 1811, y completamente derribado por los ingleses en el 1812.

El parapeto de la cara derecha (la que da al sur) del baluarte de la Trinidad fue duramente castigado por las baterías de los ingleses en 1812 y en la reconstrucción posterior se utilizaron algunos restos del convento de los Trinitarios, que aún podemos ver incrustados en el baluarte.














Resto incrustado en el baluarte donde apreciamos la cruz trinitaria sobre un caliz.




Diferentes restos incrustados:

En esta piedra se puede observar la fecha de 1834:

Paño del baluarte donde están los restos:

sábado, 16 de junio de 2007

La puerta de la Traición. Alfonso Enríquez en Badajoz. Año 1169

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Vamos a introducir uno de las leyendas que casi todos los pacenses han oído pero que aún hoy todavía no esta del todo aclarado: nuestra primera puerta de la Traición.

Vamos a hacer primero una primera introducción histórica para situarnos.

Los almohades llegaron la península ibérica en 1147, apoderándose de Badajoz en 1148. La península ibérica estaba en medio de una gran inestabilidad, llena de pugnas y alianzas entre árabes y cristianos, primando más los intereses particulares que los religiosos en las alianzas.

En 1161 murió cerca de Sevilla el por entonces gobernador de Badajoz, comenzando poco después los ataques cristianos a la ciudad.

El nacimiento de la denominación de la "Puerta de la Traición" fue durante uno de los ataques que realizó Alfonso Enríquez, primer rey de Portugal, para intentar ocupar Badajoz.

En la primavera de 1169 los portugueses atacaron Badajoz, que debía de pertenecer, en caso de conquista según el tratado de Sahagún, a la monarquía de León. El todavía Badajoz musulmán tenia un pacto de vasallaje, a cambio de tributo, con el rey Fernando II de León, acudiendo este a su auxilio.

Son numerosas las crónicas tanto árabes como cristianas que nos hablan de este suceso, pero hay versiones para todos los gustos.

En la lucha por la toma de Badajoz, los portugueses habían entrado en la ciudad, incluido Alfonso Enríquez, y estaban intentando tomar, según algunas versiones, la ciudadela dentro de la Alcazaba, y según otras la propia Alcazaba.

Al verse cercado Alfonso Enríquez por las huestes de Fernando II, al intentar salir de Badajoz a lomos de su caballo, tropezó su pierna con el cerrojo de una de las puertas, cayendo prisionero. Fernando II lo liberó más tarde a cambio de la restitución de las plazas tomadas que correspondían al reino de León y la promesa de no volverlas a atacar.

¿De que puerta estamos hablando?

Algunas crónicas hablan que estaba situada al norte del castillo, es decir, que la lucha era dentro de la Alcazaba y la puerta sería entonces la de la Coracha, pero según otras versiones, la Alcazaba no había sido aún tomada, y por lo tanto, la puerta sería de las murallas exteriores de la ciudad.

Abierto queda el debate